Nuevamente he tenido la suerte de poder volver a visionar algunas películas del inolvidable Jean-Luc Godard. Este director franco suizo miembro de la Nouvelle Vague, cuyo cine vanguardista me entusiasmó durante los añorados tiempos en los que la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense (más bien su cafetería) era punto de reunión de unos cuantos entusiastas aficionados al montaje y la edición no convencional, desarrolló todo un innovador trabajo en los tratamientos y procesos de cámara. Fue en aquellas reuniones «salvajes», cuando comencé a investigar un poco más sobre el llamado salto de eje (crossing the line) de la mano, podríamos decir en un sentido figurado, del irreverente y revolucionario Godard.
Intentaré hacer un resumen, para los más noveles, sobre lo que realmente es el salto de eje, sus características y consecuencias.
Veamos algunas definiciones:
“Discontinuidad o salto de posición del encuadre, originado por conmutar puntos de vista de cámara de un lado al otro de la línea imaginaria (o línea de acción).”
“Se produce cuando no respetamos el eje imaginario que se establece entre dos personajes que interactúan o en la línea de desplazamiento de un personaje u objeto de la escena. Si en una conversación entre dos personajes colocamos una cámara a un lado del eje que une a los conversadores y otra cámara al otro, en el montaje se verá que ambos personajes, en lugar de mirarse uno al otro, miran ambos en la misma dirección.”
“ Efecto óptico que se produce cuando se cruzan los ejes de acción y, por tanto, se da una perspectiva falsa en la continuidad de los planos correlativos. ”
El concepto deriva del problema de confusión que se produce en el montaje (la edición), con la situación espacial de la izquierda y la derecha (referidas a varios sujetos) rodadas o grabadas con varias posiciones (distintas) de cámara. También se conoce, sobre todo en la industria norteamericana como salto de acción, pudiendo formarse de igual modo a partir de dos personajes que se miran encarados. Veamos un ejemplo, basado en la descripción anterior en donde las miradas de nuestros dos personajes forman una línea imaginaria o línea de acción (que no tiene que ver con lo que comúnmente denominamos tiro de cámara) que transcurre desde los ojos del personaje número 1 a los del personaje número 2. Esta situación, que me gusta denominar «base de 180 grados», es la que nos permitirá posicionar la cámara o cámaras de forma correcta evitando el efecto no deseado y con el que Godard gustaba jugar en algunas ocasiones.
Podemos encontrar ejemplos de saltos de eje turbulentos en películas como “Al final de la escapada” de Jean-Luc Godard (1959) o «El eclipse» de Michelangelo Antonioni (1962) en cuyo reparto, por cierto, aparece el inolvidable Paco Rabal o “La gran ilusión” de Jean Renoir (1937). En cualquiera de los casos debemos ser cuidadosos siempre con el posicionamiento de nuestras cámaras o al final podremos llevarnos alguna (desagradable) sorpresa.