[Apenas cuatro sillas más, con sus escabeles y una talla virginal, completaban junto al pequeño altar, todo el oratorio. La talla, en madera noble sin lugar a dudas, representaba a Nuestra Señora y aunque la misma aparecía bien conservada su color era oscuro. “Probablemente, el paso de los años” pensó Fray Juan. Sobre la columna que la sustentaba, una inscripción tallada avisaba a los visitantes: “Virgini pariturae”
La doncella les había dejado solos y Fray Pedro oraba junto a la talla, en voz baja, con calma, con reposo. Fray Juan aprovechó ese momento de recogimiento para nuevamente observar los detalles de la Capilla y llenarse del gozo que su estancia en la misma le producía. La luz se filtraba en ella pausadamente…
Fray Juan entornó los ojos y oró con gran devoción. Por último, terminó su plegaria, y sin saber por qué, volvió a su mente la sentencia que poco antes había podido leer bajo el Altar: “Los fundadores de este templo sean colocados en la mansión celestial y los que entraren en él, les acompañen en la misma” Después se quedó pensativo, y le invadió la tristeza.]
(El Séptimo Caballero. Patxi Grande. 2008)
Es mucha la literatura que se ha escrito acerca del origen de las llamadas Vírgenes Negras. Las teorías al respecto son variadas y muchas de ellas carecen de fundamento en su formulación o simplemente recogen leyendas más o menos extendidas a lo largo de los siglos. La más sencilla de todas es aquella que identifica el color de las mismas con la transformación de ciertos materiales como el marfil o determinados tipos de madera que al oxidarse o por el contacto permanente de años con distintos aceites como el de nuez, (que se utilizaban para su mejor conservación) o el propio humo de los cirios y velas que las acompañaban, acabaron por producir este matiz en las tallas. Esto sólo para aquellos casos en los que directamente no se había utilizado (como sucede en algunas tallas) materiales oscuros por su propia naturaleza como pueden ser las maderas de ébano o algunos tipos de nogal o palisandro, pero también el granadillo y otros muchos que varían desde el rojizo al marrón o negro.
Pero otras teorías encauzan el culto mariano con la continuación (más bien de forma iconográfica, aunque no siempre ha sido así) de otros ritos anteriores al cristianismo que derivan de otras religiones, en donde se veneraban deidades femeninas. Prácticamente todas las civilizaciones y culturas antiguas poseen esta misma característica. De esta forma Isis, Diana (se decía que en Éfeso se veneraba una estatua suya de color negro) Cibeles, Artemisa, Deméter y así un largo etcétera sin olvidar que también aparecen en las deidades amerindias o africanas.
Otra rama del fornido árbol teórico sobre estas advocaciones de Nuestra Señora, la componen aquellos investigadores que intentan enlazar (sin base sólida la mayoría de las veces…) el color y algunas otras circunstancias sobre su culto con la Orden del Templo de Jerusalén. En efecto son bastantes las leyendas (¿?) que circulan al respecto, enlazando la existencia de estas vírgenes negras con los Caballeros Templarios.
En uno de los trabajos que llevé a cabo para VideoCoop (FLV) realizamos, como ya he comentado en otros artículos, un pequeño documental investigando una de estas vírgenes negras, la situada en la preciosa villa de Adeje, en Tenerife, el pequeño continente. El caso es que allí tuve la oportunidad de conocer la leyenda sobre la hoy desaparecida Isla de Philae, los templarios y la Diosa Isis. File o Filé era una isla que estaba situada a unos diez kilómetros de Asuán, en el rio Nilo y que en sus mejores momentos se hizo célebre por albergar una serie de templos (construidos en distintas épocas, sobre todo en el tiempo de los Ptolomeos) dedicados al culto de la diosa Isis. Este culto, en su mayor esplendor, alcanzó una gran importancia en parte de Europa hasta que el emperador Justiniano prohibió el mismo en el año 535 d.C. De todos es conocido que el pasado siglo, con motivo de la construcción de la famosa presa de Asuán la misma quedó sumergida y que fue gracias al esfuerzo de la Unesco (y de los países que participaron en el proyecto) que los templos pudieron ser desmontados, trasladados y reconstruidos en la isla de Agilkia.
Hasta aquí la historia, ahora la leyenda.
Durante las cruzadas, se cuenta que algunos Caballeros Templarios llegaron navegando el río Nilo hasta la misma Isla de Philae y que maravillados por la hermosura del lugar y lo que allí vieron y encontraron, decidieron (adaptándolo a sus creencias) asimilarlo a sus propias liturgias. De esta forma habría nacido el culto a las vírgenes negras, ya que se supone que tal era el color de la diosa (Isis) allí venerada.
Sea cierta la leyenda o no, la realidad es que en Europa (y en lugares especialmente significativos) fueron apareciendo a lo largo de los años y hasta prácticamente nuestros días, multitud de tallas con esta característica en su color. Tal es el caso de las no menos de veinticinco que se conocen en España, siendo multitud si tenemos en cuenta las existentes en el resto de Europa o América.
Como quiera que fuese, y a pesar de los distintos cambios que ha venido sufriendo la talla que descansa en la Villa de Adeje, cuando nuestro equipo realizó el documental en cuestión, presentaba todas las características necesarias para poder ser encuadrada en el grupo de las vírgenes negras.
La realidad es que existen bastantes imágenes de la Virgen de Candelaria, tanto en nuestro querido Archipiélago como en América, en donde he tenido la oportunidad de visitar (y filmar) algunas, como la que se venera en Caracas.
La historia de esta advocación (me refiero a la Virgen de Candelaria genéricamente, no a la talla situada en Santa Úrsula de forma específica) permanece en el litigio ya que la mayoría de sus investigadores no parecen ponerse de acuerdo sobre su origen o la fecha de su aparición. No obstante lo anterior todo apunta a considerar como opinión mayoritaria, el hecho de la aparición de la misma en la Playa de Chimisay, unos cien años antes de la conquista de Tenerife por los españoles, estaríamos hablando por tanto de principios del año mil cuatrocientos, con la correspondiente reserva de error.
Parece ser que es Fray Alonso de Espinosa, en 1594, quien primero relata sobre papel la historia tal como el conocimiento popular la había guardado. Sucedió que fueron dos pastores guanches que volvían a recogerse con su ganado, los que pudieron ver, casi en la orilla del mar la figura de una mujer que parecía mirarles. Como quiera que fuese, el ganado no parecía querer continuar su camino y los hombres no podían dirigirse a Ella para pedirle que se retirase, ya que existía la prohibición de acercarse a las mujeres en despoblado (al parecer bajo pena de muerte) por lo que uno de ellos comenzó a hacerle señas con el brazo para que se retirase (otra versión dice que intento tirarle una piedra) pero al momento su brazo quedó inutilizado. Al ver tal cosa el compañero intentó atacarla con su cuchillo pero sólo consiguió herirse a sí mismo.
Cuenta la leyenda, que asustados subieron hasta las Cuevas de Chinguaro donde se encontraba el Mencey Acaymo, contándole lo sucedido. Pronto todos bajaron a la playa, y en presencia del rey y sus consejeros se decidió que fueran los dos pastores heridos los que se acercaran primeramente hasta el lugar donde se encontraba la Señora para trasladarla hasta las cuevas. Y es aquí donde la Virgen obra el primer milagro que se le conoce, pues los dos pastores, al tocarla quedaron sanados de sus heridas. Es al ver este suceso sobrenatural cuando el propio Mencey decidió trasportarla él mismo en sus brazos hasta su morada. Ocurrió que había, al final de la playa un pequeño trecho en cuesta que el Mencey no pudo subir por el peso que suponía la imagen, por lo que tuvo que pedir ayuda o socorro a los demás para poder seguir el camino. Hoy en día en tal sitio se levanta una gran cruz y es de todos conocido el mismo como la “Cuesta del Socorro”, en alusión al hecho narrado.
Finalmente, la depositaron en una de las cuevas del Mencey Acaymo donde comenzó a ser venerada, comunicándose el hallazgo (y el milagro ocurrido) al resto de los menceyatos de Taoro, Abona, Adeje, Anaga, Tegueste y Tacoronte que se sumaron a la admiración de la Imagen durante largos años.
La Imagen de Nuestra Señora permaneció en aquella zona hasta la llegada del guanche Antón, que había podido escapar de la esclavitud y que conocía el cristianismo ya que había sido bautizado. Al momento reconoció en la talla la advocación de la Virgen María, explicando al resto de su pueblo su fe y como Ella era la “La Madre del Sustentador del Cielo y la Tierra” (Axmayex Guayaxerax Achoron Achaman o Chaxiraxi) a partir de lo cual llevaron la talla hasta la cueva de Achbinico, para posteriormente, comenzar una serie de traslados, copias, y movimientos de la talla, que hacen muy difícil precisar con certeza el paradero de la misma.
Junto con nuestro equipo de filmación y un equipo de investigadores pudimos visitar (en varias ocasiones) los lugares en donde al parecer tuvieron lugar estos hechos. Tanto en la Playa de Chimisay, la cuesta del Socorro o las Cuevas de Chinguaro que pudimos ver y grabar en distintas ocasiones. También la cueva de Achbinico, conocida hoy en día como la de San Blas.
A partir de aquí existen distintas líneas de investigación tanto sobre el origen mismo de la talla como de su actual existencia. El caso es que aquella posible talla gótica, de tez blanca originaria, mejillas rosadas y cabello rubio, acabó transformada en una bellísima Virgen Negra. Como ya he apuntado, copias, desapariciones y traslados forman parte del misterio que rodea la talla original, así como su actual paradero, siendo las opciones muchas, variadas y poco pacificas entre sí.
No entraré en esta cuestión, en parte por respeto y en parte como conocedor de mi propia ignorancia. Baste saber al lector avezado que algunos investigadores (los menos) intentan hacer coincidir, frente a la opinión oficial, la talla venerada en la Ermita de Santa Úrsula con la originariamente hallada por los Guanches en Chimisay.
¿Serían los Caballeros Templarios los que trajeron la talla a la Isla? Al respecto son muchas las teorías e hipótesis defendidas por los investigadores, que la dotan de una filiación mallorquina o portuguesa, entre otras más en liza. En el peor de los casos podemos encontrarnos con meras elucubraciones.
Al respecto hay mucha literatura publicada de fácil acceso, además de cientos de artículos y monografías que pueden ser consultadas en internet, aunque no cabe duda que la llamada tesis templaria despierta en nuestros corazones un cierto halo de aventura y misterio que hace que todo el conjunto adquiera una dimensión desconocida, tan apetecible al lector ávido de historias.
En aquellos días recorríamos las Islas buscando alcanzar algún conocimiento sobre la cultura guanche y su desenvolvimiento como pueblo a través de la historia, por lo que las jornadas de filmación se alternaban con reuniones interminables con científicos, historiadores, arqueólogos, investigadores y estudiosos que pudieran aportarnos algún valor añadido a nuestro documental sobre el pequeño continente.
En una de estas inolvidables jornadas tomamos el camino que va desde Guía de Isora (estudie el Lector los posibles significados del toponímico y saque sus propias conclusiones) hasta la Villa de Adeje, en la intención de grabar la talla venerada en Santa Úrsula.
Después de pedir los permisos correspondientes comenzamos a grabar dentro del lugar santo. Los hechos que se sucedieron allí han quedado (afortunadamente) grabados y aunque apenas duraron unos minutos, creo que nos impactaron a todos los presentes. La secuencia expresa nuestro asombro al ver como se producían en la talla de Nuestra Señora distintas anomalías (llamémoslo así) ópticas que cada uno de nosotros percibió de distinta forma y en distinto grado. Finalmente, pasado el tiempo, y desde una perspectiva más calmada presento hoy algunos fotogramas originales de la secuencia grabada en video. En ellos pueden observarse parte de las anomalías producidas en el soporte magnético de la cinta, que fueron estudiados en numerosas ocasiones por distintos técnicos en la materia (técnicos en video, editores, expertos en truca, montadores, realizadores, etcétera), sin llegar a poder expresar una opinión realmente veraz y científica de porqué esas anomalías se produjeron.
El misterio sigue ahí, al igual que otros muchos que presenta la talla, como es el caso de las inscripciones que aparecen en su ropaje y que pese al esfuerzo de muchos estudiosos no han conseguido ser descifradas a satisfacción de la mayoría, aunque existen autores que han aportado sus trabajos al respecto ofreciendo distintas soluciones al jeroglífico mariano. En este sentido podemos ver en la cinta azul que ciñe su túnica, a modo de cinturón y por debajo del pecho unas letras preciosas: “NARMPRLMOTARE”. Otras más acompañan toda la talla.
A veces me pregunto si algún día serán descifradas estas claves y cuál será su relevancia. «Non nobis, Domine, non Nobis. Sed Nomini Tuo da Gloriam» Mientras tanto, el secreto encerrado en esta última Virgen Negra, quedará intacto. O tal vez a resguardo de miradas incrédulas.